lunes, mayo 09, 2005

Locura?

Cuantos días, cuántas horas, cuánto tiempo se va, como sombras bailando detrás de una mano que escribe; así somos nosotros. Débiles, pequeños, sumidos en un remolino carnívoro que sumerge en su oscura vorágine todos nuestros sueños. Los segundos, como pasan, no hay tiempo para mirar atrás; corro y corro pero el tiempo me absorbe, me vence, me destruye, me despedaza. Poco a poco, mi encarnado yo se va pudriendo, ¿y qué puedo hacer?, nada... Nada, suena en mis oídos, como un lejano y arcano murmullo, alguien o algo me dice a lo lejos que no oigo nada, me convence, me repite, estás solo, estas solo, por siempre, para siempre. Nada oigo. Tengo miedo de cerrar los ojos, veo muchas cosas terribles, caras, ojos, monstruos, tentáculos, luces, cabello viviente hecho de metal, brazos retorcidos que se mueven frenéticamente en un balanceo elástico, veo sumergirse a una criatura con cabeza de medusa, en un lago de sangre, ahí va ella moviéndose mientras retumba en mi cerebro un sonido de tambores lento y fuerte, casi como un lentísimo sonido de un latido de corazón; oigo un puertazo, y vuelvo a la realidad, pero esta me desespera, pues cada momento que escribo, me doy cuenta de la futilidad de cada uno de mis esfuerzos, voluntades, deseos, acciones. Siento que un miedo me paraliza, me detiene, trato de agarrarme de lo que pueda para no ser arrastrado por el huracán de la vida. Me detengo pero cada momento el viento feroz arranca una parte de mí. Silencio, mental y real, descanso por un momento, y me pongo en blanco, sólo para ser bombardeado y alienado de nuevo con sensaciones terribles, ahora son burbujas invisibles en los ojos, junto a un deseo de sumergirme completamente en el delirio, para olvidarlo o enfrentarlo. Pero los rugidos de la ciudad me vuelven en sí, mientras un palpitar afecta la parte superior derecha de mi cabeza, y mi brazo comienza a molestar, oigo un auto y al mimo tiempo viene el final, el sentimiento de deshago y también de furia por estar vacío de nuevo. Así, todo comienza, de nuevo vuelvo al delirio, por el cual sufro, y vuelvo a comprender la realidad y el tiempo como lo que más temo, no tengo a dónde ir, sólo la inconciencia ayudaría. Ya no sé, no sé nada, sólo déjenme descansar./

1 comentario:

Beba Newmann dijo...

Espero que superes el "bajón". No siempre estar en el sotano de nuestras emociones y subjetividades nos ayuda a llevar la vida de la mejor manera. Abandona ese estado... en el que muchos nos hemos encontrado,y que quizás nos ha servido para encontrarnos a nosotros mismos a espaldas de la realidad.

Saludos