viernes, octubre 14, 2005

Una noche sin luna

Una noche sin luna, golpeado y sangrando, tirado bajo un árbol. Con el rostro en el lodo, llorando y llorando. Gritando sin sonido, rompiéndose el corazón. Cada vena de mi cuerpo abierta, cada nervio estremecido, cada pensamiento ahogado en la desesperación.
No queda nada ya, sino la absoluta oscuridad. Podré levantarme alguna vez? O el golpe fue mortal? Duele vivir, duele sentir, duele el mero hecho de existir.
Revolcarse en el fango solitario como vil cerdo, moviéndome ya sin propósito, simplemente agonizando.
Grito, gemido, estridente e insoportable suena en mis oídos, y ya no quiero más; pero que puedo hacer si la inmundicia me ha invadido.
Desecho por dentro y pronto por fuera, no queda más que el cascarón; y el vacío.
Reía y vivía como si nada, pero el problema es que lo hacía sin alma; y todo es falsedad, todo es mentira.
Por qué reír, por qué decir que vivo, si la esperanza en mí murió, si mi alma se destrozó y no quedan más que pedazos. Como atreverme a decir que todavía soy algo, si en mi gobierna la nada. Como decir que merezco vivir, si en realidad deseo mor-