viernes, diciembre 16, 2005

Prólogo, Tragedia y Conclusión de un alma destruída.


Prólogo vital.
El fuego es lo único que doblega al hierro; que más que las intensas brasas del sufrimiento humano para acrisolar un alma sin sentimientos y volverla de la forma en que el herrero quiere darle. Ese herrero llamado mundo, que en su cruel realidad va esculpiendo tu forma para que calces perfectamente en el lugar que te toca ocupar. Todo el camino está marcado, los tropiezos son sólo retrasos y no desvíos; todos los caminos conducen al mismo lugar.

Tragedia y conclusión.
-Tienes que ser y no puedes querer ser; y si quieres te demostraremos que no puedes. –Yo soy…-Tú, un individuo?, nunca más, no se necesitan espíritus ahora, sólo queremos tu mente y tu brazo para que trabajes, para que produzcas, para que nos alimentes con tu existencia. -Y Yo? Yo quiero existir!-Para qué quieres eso, si es suficiente con que vivas.-Vivir no es lo mismo que existir, yo quiero, yo siento, yo soy, yo no sólo respiro y me muevo.-Y para qué quieres, si no está a tu alcance; para qué sientes, si no tienes control; para qué eres si no importas.-Si no me dejan existir entonces para qué quiero vivir.-Porque tienes que vivir, no tienes opción.-Yo no tengo opción… De todas maneras vivir así es como estar muerto y lo que quiero es morir.-Así es, nosotros queremos lo que tu quieres, que estés muerto pero que vivas para nosotros.-Yo no soy.-Si, pero eres nuestro.

lunes, diciembre 05, 2005

La visitas de un demonio. Caso de la vida real.



La noche era oscura y fría, pero nada diferente a otras noches; o al menos así me parecía. Eran ya las 2 de la mañana cuando acababa de leer “A la Costa” de Luís A. Martínez, el solitario de Atocha; obra anticlerical por excelencia. Leyendo hasta ya no poder mantenerme despierto, cerré mis ojos, y como no había pasado en mucho tiempo, soñé. Soñaba en una situación extraña, donde me hallaba manejando por una carretera de mi ciudad, cuando por un momento paré mi auto y comenzó un terremoto. Yo decidí despertarme, pero ahí ocurrió algo que es casi indescriptible; sentí a algo o alguien asfixiándome, no lo veía pero lo podía sentir en una manera tenebrosa; era como una silueta antropomorfa pero sin color; más bien de la apariencia y textura del humo; sólo sentía un ahogo tremendo; pero no me desesperé demasiado, en ese momento pensé que una forma de ahuyentar a esos espíritus, o al menos así había escuchado, es decir algo religioso o hacer la señal de la cruz; con la fuerza que todavía tenía le dije: -En el nombre de Dios lárgate y alcancé a rezar algo de un Ave María que no recordaba bien, liberándome de algo invisible con la mano derecha hice una cruz y en ese momento como una ráfaga pesada y bizarra; el ente se alejó de mí, yo me quedé sorprendido y quería comprobar si estaba realmente despierto, y lo estaba… pero era para mí inconcebible que algo así ocurriera. En mi mente racional estos hechos no son más que meras alucinaciones, pero ese momento lo que había vivido y sentido superaba a cualquier explicación o al menos intento de explicación racional. Algo que no se puede explicar con la ciencia o la lógica pasó… o no? La verdad es que ahora dudo de ciertas cosas, para mí el materialismo de Demócrito o Descartes ya no son tan factibles. No puede haber sólo átomos y vacío, hay algo más… O deseo que exista algo más? La verdad es que a veces la mente juega contigo y los trucos de la percepción son muchos, pero debo saber a que creer en última instancia a la experiencia o a la razón.

domingo, diciembre 04, 2005

Escribir para vivir.


Escribir es una de las más hermosas formas de expresar tu existencia; y en algunos casos de potenciarla, de darle un valor mayor al que tiene por el simple hecho de ser, de su valor per-se. El crear con palabras universos, personajes, inclusive realidades paralelas; el describir sentimientos, el pintar sensaciones con verbos, el emocionar a otros con nuestras emociones, el adjetivar para endiosar o destruir; el mero hecho de reproducir el génesis creado en cada texto, insuflando en vez de aliento divino, espíritu humano para dar vida. Y surgen así otros mundos, otras vidas que pululan por las hojas y están hechos de tinta, pero con un espíritu humano que logra que estén vivos. Y ellos evolucionan, ellos crecen y mueren, porque su forma de seguir viviendo es la mente del lector; donde después de ser concebidos y criados por el escritor encuentran su morada y su lugar de desarrollo vital, auque también pueden encontrar su muerte, su olvido.
Los reinos mentales, los mundos de ideas nacen y mueren cada día, al igual que las estrellas de nuestro universo, y en este proceso hermoso es donde se muestra la grandeza de la naturaleza de la existencia, que cada día lucha contra el gran enemigo, el vacío, que amenaza con volver todo nada, que se traga muchas estrellas, que avanza cada día, que nos vuelve apáticos, que nos quita la esperanza, que destruye la necesidad de pensar, que desvalora las ideas; pero que al final no puede vencer al espíritu divino de la creación, el mismo que es padre del espíritu humano verdadero, de aquel que en la creación, encuentra su fin último, su reconocimiento como parte de la divinidad.