sábado, abril 22, 2006

La primera gran batalla (El valle de la muerte)




En aquellos tiempos el mundo era un lugar muy distinto al de ahora; los valles eran más verdes, los árboles eran incontables y cubrían todos los lugares de la tierra; y la tierra misma todavía tenía alma; Gaia estaba viva. El mar era puro, la luna era azul; y los dragones eran los amos del mundo. En aquellos anocheceres, cuando el gran y antiguo sol se ocultaba, los dragones volaban hacia el inmenso y poderoso mar y en sus orillas plateadas observaban con sus poderosos ojos el cielo, que ofrecía vistas y colores fantásticos e inimaginables. En lo profundo de la noche se podía oír los rugidos estruendosos y llenos de vigor de los jóvenes dragones que jugueteaban en el aire, volando hacia la luna queriendo tocarla. Era sin duda su época dorada, los dragones habitaban el mundo y eran uno con Gaia. No tomaban más, de lo que Gaia les ofrecía. Y Gaia en recompensa los multiplicó. Dragones por miles!

Pero, en lo más profundo del bosque existía un gran dragón blanco, que era diferente a los demás; vestía aros y joyas del metal de extraño brillo cósmico, del color del gran sol, este dragón era o creía ser algo mayor a los demás. Su mirada era increíblemente profunda, con una sabiduría y astucia maliciosa realmente remarcables. Era el gran jefe de los dragones del Valle Exequitera, el lugar de la muerte. Su tribu era carroñera, los grandes dragones del color de la noche más oscura dominaban este lugar dónde todos los ancianos dragones volaban al final de su vida y luego de morir eran devorados por estos demonios alados, quienes con gran ruido y algarabía creaban un horripilante himno a la muerte. Los dragones negros sin embargo, odiaban este destino; habían sido en los albores de la historia cazadores que mataban para comer, no carroñeros. –Bah! devoradores de escoria, eso somos! Que cruel existencia utilizar nuestras poderosas garras y nuestros dientes fatales en cuerpos ya muertos y ancianos.-Así se lamentaban los dragones en las noches de luna azul.

Más estos tiempos eran diferentes, los gigantes carroñeros cantaban himnos de gloria, y de guerra. Según sus profecías un dragón del color del alba iba a llegar a librarlos de aquel humillante destino, impuesto por Gaia. El dragón blanco nació al amanecer de la noche más oscura de todos los tiempos; era hijo del antiguo gran jefe de la tribu; Morok, famoso por haber atacado a un dragón anciano antes de que este haya muerto; habiéndole dado muerte el mismo…El dragón albo fue llamado Barok.
–Oh, gran Barok, de tus alas blancas como la primera luz de la mañana, vendrá nuestra liberación de este valle maldito, de la prisión en la que nos puso la innombrable, la odiada, nuestra enemiga.!-Cantaban los dragones-No temáis hermanos, Gaia, es la enemiga, la odiada, más no innombrable; el nombre del enemigo no debe ser temido si queremos dominarlo-Decía con su voz vibrante el dragón Barok.-Es hora de romper las cadenas que nos obligan a vivir de los cuerpos inertes, sin gloria, sin acción, sin honor; hoy saldremos de la prisión del valle Exequitera. A la guerra hermanos!-Y el dragón blanco lanzó un bramido estrepitoso, que hizo temblar toda la tierra. Los dragones negros estaban en guerra con Gaia.

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